RVT 001 – El niño perdido

En este caso ya tenemos el título y la primera línea, veamos que podemos hacer con esto.

¿Quien se anima a seguirlo?

El niño perdido

Siete años de edad, un paquete de donas, una botella de agua, cuarenta y ocho horas perdido.

11 respuestas a RVT 001 – El niño perdido

  1. Zina dijo:

    Vagabundendo en el parque que de dia parecia cualquier otro, sus agujetas desamarradas y sus tennis viejos, el nino no se percataba de que la noche se estaba posesionando de la luz abarcando con sombras negras todo lo que a su paso podia.

  2. barsineando dijo:

    agobiado, triste, y cabizbajo resguardándose de la torrencial lluvia que parecía no tener fin en aquella tarde; desorientado, pretendiendo al cerrar los ojos obligado por las fuertes gotas que mojaban su rostro de recordar algún detalle que lo llevara de nuevo a la comodidad de su casa, al calor de su tibia cama y el confort de una cena humeante y reconfortante… gruesas lágrimas rodaban por sus mejillas y parecía escuchar la amorosa voz de su nana Marucha, «No te alejes de mi», cuando de manera abrupta

  3. Max Badillo dijo:

    La mano recia de un hombre, se poso sobre su hombro y de una sola maniobra lo jalo para subirlo a su espalda, como quien carga un bulto de papas; pero a diferencia de los tubérculos, el niño se movía sin cesar… e intento varias veces gritar pero la presión de su peso corporal sobre su abdomen, se lo impedía. Vio venir a un oficial, y quiso incorporarse para pedir auxilio, pero al tiempo, escucho como el otro azulado le decía: Buenos noches comandante! el pequeño sintió aun más la opresión de su estomago, y se le aunaba la del corazón. No entendía que estaba pasando y tampoco cuales eran las intenciones del hombre que lo llevaba en brazos, hasta que llegaron a un edificio alto, gris y rectangular; o por lo menos eso fue lo que alcanzaba a percibir desde su posición.

  4. Sabía que debía completar la misión de su abuelo. Aún cuando para todos estaba perdido, el sabía que ese salto interdimensional era su misión. Ese era el día, el plan era perfecto, solo que… el abuelo, por alguna misteriosa razón no había podido llegar a la cita. lamantablemente había muerto unos meses antes, el sabía todo, cada paso, el abuelo le había marcado algunos pasos a seguir, la marca en el ciprés estaba intacta y la marca en las rocas también. recordaba perfecto como hacerlo, era casi un suicidio, pero si lo lograba.. si lograba pasar esa barrera corporea tendría dominio sobre su cuerpo para cambiar de espacios.

    Era aparentemente muy pequeño, pero espiritualmente era la edad precisa. Su casta le daba ese poder, no cualquier niño puede hacerlo, solo los que como él habían sido preparados para eso.

    El abuelo no estaba, ese hombre se lo llevaba y el tenía que escapar para poder agarrar vuelo y correr desde la marca del ciprés hasta las rocas y lanzarse al vacio diciendo el conjuro que solo el sabía…

  5. ya saben que yo cuando escribo no miro pantalla ni corrijo ni me fijo en la ortografía que como buena zurda solo me se caundo corrijo.

  6. E. Calder dijo:

    El hombre, a quien habían llamado «Comandante», entró al edificio. No por ornamentada puerta principal, sino por una pequeña puerta lateral que podría fácilmente pasar desapercibida. A un costado de la puerta, el niño alcanzó a leer una placa que decía: «Prefectura Intergaláctica, Acceso de Pilotos».

  7. Su corazón latió con fuerza casi mágica…

  8. vannimerc dijo:

    de un fuerte empujón cayó sobre algo acolchonado,estaba confundido, tenía la vista nublada y el miedo atorado en la garganta, esto le impedía emitir sonido alguno, se quedo recostado en posición fetal sin abrir los ojos, hasta que escucho un portazo y acidas voces masculinas se alejaban discutiendo, el miedo mojó su pantalón, esto lo sorprendió al sentir el liquido caliente derramarse entre sus piernas….

    agazapado, abrió los ojos lentamente y se asombró……

  9. no se si ese es el fin, pero me encantó así.

  10. paolarosado dijo:

    Ese cuartucho tenía solamente una entrada de tenue luz nocturna: una diminuta ventana cuya orientación permitía ver a lo lejos aquel viejo ciprés en el centro del parque. Desde el fondo de su aterrado corazón de niño, brotó una saeta luminosa de esperanza que iluminó su frente infantil por la que corrieron velozmente las ideas, todas agolpadas. Quizá no era el lugar ni la forma. Al menos no era en nada parecido a lo que tantas veces había repasado con su abuelo, pero este era el momento. La única oportunidad que tenía yacía ahí, en las marcas del ciprés y tendría que confiar en que estaba listo para repetir el ritual, ese de cual únicamente había sido testigo. Era una locura, un riesgo inestimable, pero los «oscuros», de quienes tanto le había hablado su abuelo estaban sin duda decididos a obtener el poder para su aún más oscuros planes. No habían tenido empacho en perseguirlo bajo la lluvia, secuestrarlo y encerrarlo, siendo el tan solo un niño, habían demostrado por tanto, que eran capaces de cualquier cosa por obtener aquello que habían venido a buscar. No podría permitirles salirse con la suya. Fijó la mirada en la diminuta ventana y repasó con la mente el recién fraguado plan. Es muy arriesgado pensó temblando de miedo. Cerró los ojos y se imaginó arropado en su cama, el lugar en el que tendría que estar en una noche «normal», si fuera un niño «normal». Imaginó la suave luz colándose por la rendija de su puerta, la dulce voz de su madre dando las últimas instrucciones a la nana Marucha para el día siguiente, el aroma de su cobija, el vaso de leche sobre la mesita de noche… Una lágrima rodó por su mejilla mientras su mente recorría todos los recuerdos de la noche anterior, cuando todo era relativamente «normal». Aunque ¿que era lo normal? su abuelo lo había preparado toda su vida para este momento… ¡pero no era así como tenía que suceder! ¿que habrá sido de la nana Marucha? ¡Mas les valdría no haberlo tocado un sólo cabello a su madre, que demasiado tendría con el terror de no saber donde estaba su pequeño! ¿alguna vez volvería a la «normalidad»? Abrió nuevamente los ojos y miró con resolución la ventana. No importaba el riesgo, una cosa era segura: ¡no podía quedarse sentado ahí llorando! ¡Tenía que intentarlo!

  11. barsineando dijo:

    Agitó con vigor sus extremidades, intentando inútilmente desatar sus amarres, de su amordazada boca sólo salían guturales sonidos que nada más él alcanzaba a escuchar; su determinación obligó a seguir sin descanso el pataleo, intentando encontrar con la punta de los sus pies algún borde para apoyarse e impulsarse con toda la fuerza que este pequeño niño a su tierna edad conservara aún para cumplir con su cometido; sentía los brazos adormecidos, debajo de su vientre, intentó rodar, más una fuerte manaza se lo impedía, luchó y la manaza le tocó el cabello revuelto, este toque lo sobresalto en extremo, esperaba un fuerte golpe e instintivamente apretó los párpados y las quijadas, otro roce con suavidad de esa mano, el pequeño permaneció inmóvil como estatua; otra caricia en las mejillas; ¿que sucede? escucho ahora una voz familiar, dulce y serena -¡hijo, hijo, despierta¡ ¿cómo está soñando?

Replica a Rocio Barbarella Cancelar la respuesta